New York es una ciudad de contrastes, en la que ves la gente más brillante, pero completamente enceguecida por el individualismo y la falta de amor hacia el buen interés del otro humano, es una ciudad en la que las personas son invisibles, porque la persona que puede estar a tu lado en un café, puede ser un poeta, un ganador de un premio nobel o un inmigrante que viene de alguna finca o de alguna hacienda habiendo sido esclavo en México o en Guatemala, es una ciudad que sobrevive y vive para el dinero, la gente nunca puede estar relajada, el relax no existe, la gente está acostumbrada a tener de a dos trabajos, hay mucha superficialidad, hay mucha cultura, hay mucha abundancia, mucha sobreabundancia, es un lugar donde solo se trabaja para poder sobrevivir y decir que se vive en New York, la agresividad es increíble, sobrevive el más fuerte, es la ciudad que no descansa, que no duerme, se ven todo tipo de sabores, de colores, de olores, de razas, de culturas, de etnias, de historias, de anécdotas.
Una anécdota en este país no tuvo que ver con la ciudad como tal, si no con mis rasgos faciales, me encontraba realizando el tour de la estatua de la libertad (lugar muy visitado por turistas) el cual se encontraba repleto, al lado mío había alguien de origen asiático que me miraba con cierta insistencia, hasta tal punto que no resistió y me abordó en inglés, haciéndome preguntas, si era japonés, la verdad fue muy chistoso, porque no me creía que era Colombiana y nunca pensé tener rasgos asiáticos.
En mi último día, estacioné el carro en sentido contrario al que estaba establecido para que me quedara más fácil meter las maletas, sin darme cuenta estacione en el espacio de adulto mayor: fue muy chistoso porque se me acercó un anciano a regañarme pero su actitud no evidenciaba su mal genio, como hablaba tan rápido no le entendía gran cosa, solo le decía “ok muchas gracias” y él me miraba con cara de desaprobación y yo le sonreía, cuando le sonreía el viejito muy bravo empezaba a gritar y a manotear, pero yo nunca entendí, cuando llegó mi tío me explicó que estaba estacionada en el lugar de adulto mayor.
Lo más importante a la hora de visitar un lugar con grandes expectativas, es poder encontrarle placer a la diversidad cultural, más allá del acelere y la luminosidad, tuve experiencias de ver gente que en Colombia nunca te encontrarías en un café cualquiera, les recomiendo visitar otros lugares no tan turísticos, por ejemplo el barrio de Héctor Lavoe.
Viaje durante un mes en Junio siendo el verano del 2014 y estos fueron los precios:
El tren vale $2.75, el plato de comida estaba como en $10 , el alojamiento fue gratis porque era en una casa de un primo, y las entradas al tour de la estatua de la libertad fueron como $150.
Viajero: Laura Prieto, 21 años - Colombiana
